Curtiembre (inédito)
O que el hijo estaba quieto entre el cuerpo
agazapado,
como si algo estuviese por suceder pero nunca
y el útero: pistilos, filamentos,
estalactitas blandas de miel apenas seca
pero nunca, eso que viene llegando y se arremolina
se pestañea
pero casi llega o la voz se oye como un trino o un gorjeo,
pero no hay, o alguien viene y la puerta es un alfarero tramando lo oscuro
contra el cuerpo néctar la madre se bebe
su propio cáliz y desanda
los bordes de las cosas.
Y vino otro,
el corazón aterido y los huesos diadema,
huesos para coronar la madre y su carne mordida
de noche. La madre trunca.
No hay nombre posible para el hijo muerto, dijiste
y hubo que estirar las palabras sobre la mesa
como harina y agua
y después
esperar que leven.
Tuvimos que alisar el estómago,
nosotros, entre las parras que sembramos en el cielorraso,
una curtiembre, la habitación
y la cama:
un destajador sonámbulo
que nos muele los dientes.
*
Tuerta (de La martingala)
A la memoria de mi abuela Carmen.
Y para dónde voy con la carga tuerta,
con el saco de arpillera y
su lastre como savia
de leche materna
-un caracol que se empecina entre las plantas-.
La abuela arranca
el tallo
aprieta fuerte lo primero que sale de la tierra
y estira
el mundo hacia arriba
le saca el yuyo, lo feo, lo sobrante,
y es fuerte la abuela
es un poco
toro
así, arrancando el yuyo y deja el cantero
tan hermosamente verde
tan absurdo de verde, el cantero
lo deja
como se dejan sobre la mesa del comedor
las cartas ajenas.
*
Tambo (de La martingala)
Que cuando era chica
mi mamá me llevaba al campo
me ponía
botas de plástico Pampero
para que los yuyos no me raspen
-ahora supongo que apenas lastimarían mis tobillos
pero entonces
podían arrancarme un ojo-
y sobretodo
porque estaba lleno de bosta,
-como brillantina de caracol
las vacas también ceden su lastre
a la tierra-
y porque la cuestión no era esquivar
la mierda.
La cuestión
era pisar la mierda sin mancharse la ropa.
Tambo (de La martingala)
Que cuando era chica
mi mamá me llevaba al campo
me ponía
botas de plástico Pampero
para que los yuyos no me raspen
-ahora supongo que apenas lastimarían mis tobillos
pero entonces
podían arrancarme un ojo-
y sobretodo
porque estaba lleno de bosta,
-como brillantina de caracol
las vacas también ceden su lastre
a la tierra-
y porque la cuestión no era esquivar
la mierda.
La cuestión
era pisar la mierda sin mancharse la ropa.
Buen material, eh, adelante Vale
ResponderEliminar"y porque la cuestión no era esquivar
ResponderEliminarla mierda.
La cuestión
era pisar la mierda sin mancharse la ropa."
Impecable. Se podría hacer un ensayo con este recorte. Me lo llevo en la mente, claro, si se lo prestas a mi memoria.
Aplausos!
optimos valeria....si , todos cedemos el lastre a la tierra. me encanto
ResponderEliminarse lo presto, claro!!
ResponderEliminargracias che! y gracias a Andrea por el lugarcito entre los focos.
qué bellos poemas!
ResponderEliminarsos grossa! grossa grossa! soy tu fan!
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