sábado, 19 de febrero de 2011

ANDREA TESTARMATA


 
Anexo al 14 de febrero

una radiografía del abismo
que nos une
como grumos de un postre
mal hecho.

Un nebulizador no alcanza
para que entre todo el aire
y cortar mi risa.

Este lápiz, ahora, perfora
la hoja para que leas
lo que te escribo.

Ayer mi risa
perforaba el aire oscuro
de tu torre mágica.

Barrer

Barrer:
hacer líquidos los sólidos
que tengo de vos.
Son momentos falsos
porque sólo recuerdo tus caricias
de las mentiras no me acuerdo.

Barrer:
y recibir la alegría
de haberte olvidado.
Que esas imágenes fuertes
que dejé en la almohada
se despeguen de mi cuerpo
al levantarme de la siesta.

Barrer:
colar en mis poros
la mirada de los otros.
Y dejar que cualquier benteveo
pose tranquilo en mi patio.

Barrí:
la palabra esperarte.
Mi paciencia
es un animal en extinción dentro de mi cuerpo
que sale de las axilas
y vuela como aquel pájaro
que una vez conoció la jaula.

-A-

Los poetas no están enjaulados
pero tienen la boca sedienta,
como león de zoológico.

Boca sedienta
de palabras
que giran en la cabeza
y cuando cae la palabra a la hoja
parece una cereza fresca
que pide a gritos extirpar un carozo.

Grito maduro de la estación o ánimo correspondiente.

En la primavera los brotes aparecen
para dar la posibilidad al poeta
que los nombre.
-B-

Te veo
acomodar los changuitos
como un tal Sísifo
que empujaba la piedra
una y otra vez
cuesta arriba.

Me pregunto, auxiliar del hiper:
¿cuál es tu condena?
Que todos los días a la misma hora
te veo luchar con los changos
y encarrilarlos en el mismo sitio.

A veces los veo como caballos desbocados…

¿Sos pariente de Sísifo?
¿O sos él mismo, en la contemporaneidad?
La gente sigue dejándolos en el mismo lugar.
Lo que hace el capitalismo…

Andrea Testarmata soy yo!
Nací en Bahía Blanca en 1982 estudio Letras y administro este blog con la poesía que me gusta de otros autores.

domingo, 13 de febrero de 2011

PAULA ARAMBURU

Larga distancia

decir que vivimos
a miles de kilómetros
no es metáfora
es decir
que no podemos
tomar un café juntos
ni salir a cenar
mucho menos ir a un cine

es decir que no dormimos
en la misma cama
ni en la misma casa
es decir que no podemos tocarnos
olernos, besarnos, es decir
que no podemos discutir
para después reconciliarnos
ni desencontrarnos
en esta esquina
para reencontrarnos
en la próxima

decir que vivimos
a miles de kilómetros
es decir, también,
que es de noche
hace frío, y esto
tampoco es metáfora.



El vacío de las cosas

un parque de diversiones cerrado
la calesita sin sortija, los caballos cansados
la rueda de la fortuna detenida, tres personas
dormitando en las butacas de un viejo cine
una biblioteca sin libros ni discos
sin vajilla de porcelana fina
una heladera sin agua, carne, leche
macetas sin plantas ni tierra fresca
la mesa del comedor, las cuatro sillas
de la cocina y los sillones de estilo francés: vacíos
una lapicera sin pluma ni tinta
un cuaderno de hojas amarillentas
un hombre alto y delgado, solo en una isla
tan blanca como desierta
una hija sin madre
una gata sin cría

hoy todo duele.

Paula Aramburu  nació en Rosario en 1966. Es Psicoanalista y Especialista en Psicología Forense.
En 2004 obtuvo una Mención en el género Poesía por Voces desiertas en el Concurso de Cuento y Poesía “III Congreso Internacional de la Lengua Española”; y en 2006 la Primera Mención por su poemario Voces Lejanas en el Concurso “José Pedroni” (Secretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe).

En 2007 participó en la Feria del Libro de Rosario y en el XV Festival Internacional de Poesía de Rosario. En septiembre de 2010 fue invitada nuevamente para participar del XVIII Festival Internacional de Poesía de Rosario.
Desde 2007 participa en diversos ciclos de lectura en Rosario y Buenos Aires, y algunos de sus poemas han sido incluidos en antologías editadas en ambas ciudades. Participa en múltiples blogs de poesía, además de coordinar el propio: http://lasvocesdesiertas.blogspot.com

Libros inéditos: Voces lejanas (2005), Fuera de foco (2006), Larga distancia (2007) y El abandono (2008).

miércoles, 2 de febrero de 2011

EMILIANO VUELA


Al buscar “bahía” en Internet, Wikipedia arroja: “Bahía Blanca, ciudad argentina, que a veces se la llama simplemente Bahía”. El primer nombre se tomó del de la bahía geográfica, la cual se llamó Blanca por el salitre en sus costas; en el estuario bahiense hay dos bahías más: Falsa y Verde.
Ordenados en función de los nombres geográficos de las bahías, los relatos reunidos en este volumen buscan representar el temperamento de la ciudad: una que adquiere un adjetivo distinto para cada quien. Como un buen cartógrafo, Emiliano traza y delimita: recorre los puntos de unión y los de inflexión con exactitud; un trazo que atemoriza al poder visualizarlo.
Estos cuentos reflejan un deseo de identificar desde el propio ser lo que ha sido descrito y legitimado como relato “real”; él va más allá, expone situaciones incómodas, aquellas que fragmentan todavía más, esa mezcla de lugares que a veces no son ninguno.
La escritura de Emiliano se inscribe en la mejor tradición narrativa. No lo decimos porque sea nuestro amigo: los textos se defienden solos. Quien abra el libro descubrirá la obra de un autor que está llamado a deslumbrar.


Lorena Curruhinca/Gerónimo Unibaso
Editorial Semilla
Bahía Blanca, noviembre de 2010.