miércoles, 3 de agosto de 2011

Fernando, 5to A


La puerta

Era lunes, terminé de preparar la mochila, me puse la campera y salí caminando para ir a entrenar. Iba por la bicisenda, intranquilo porque sentía que era un día raro, no había mucho movimiento de gente, tenía el presentimiento de que algo me faltaba, y más que nada algo iba a pasar…
Llego a la calle Lautaro, hago 2 cuadras, y cerca de una esquina veo la sombra de una persona, que me era muy conocida, muy familiar. Tenía mucho tiempo, así que decidí seguir esa sombra, nunca pude ver a esa persona ya que estaba de espaldas y encapuchado, pensé que podía ser un amigo, o un primo, pero ante la duda no lo llamé y sólo lo seguí pensando que en algún momento iba a voltearse.
Nunca volteó, pero algo dentro de mí hacía que lo siga vaya donde vaya, me guió hasta una cosa abandonada, enorme, construída con madera, dos pisos de alto. Sorprendido mirando la casa,  perdí de vista a esa persona, no sabía donde se había ido, ni tampoco donde estaba yo.
Esa casa me atraía, decidí entrar, buscar algo, revisar, tenía algo que me podía. Apenas entré, escuché el maullido de un gato, me llamaba la atención así que lo busqué dentro de esa inmensa casa. Se lo escuchaba detrás de una puerta grande, ancha, de madera gruesa, cerrada, y con una cerradura bastante extraña, nunca había visto alguna así. Busqué dentro de cajones, sobre escritorios, mesas, algo parecido a la cerradura como para abrir la puerta. Encontré un estilo de llave, grande, cuadrada, pesada, y por más de 5 minutos me pregunté que hacía, abrir esa puerta me daba terror, pero lo tenía que hacer.
Tomé valor, me acerqué a la puerta, todavía se podía escuchar al gato del otro lado… Puse la llave dentro de la cerradura, la giré. Empujé, y se abrió…
Aquí me encuentro….

No hay comentarios:

Publicar un comentario

enfocá tu comentario