Más conocido por su seudónimo de Luis Luchi.
A veces el siguiente poema se titula "Impaciencia", otras veces aparece sin título. De su libro, Paseo por la capital.
Esperarte, siendo todo lo que espero.
Me han precavido, cuidado,
es posible que no vengan
en un mundo con tantos caminos
y tan poblado. Te espero,
qué podré hacer sino esperarte.
Vendrás con una sonrisa gris
con una tarde fría y yo
te las borraré por mi voz
quebrada en el encuentro.
Nos diremos los nombres
para distinguirnos en la oscuridad,
convertiremos las calles
en promesas inolvidables.
Nos apagaremos las heridas
y descubriremos los árboles solitarios.
La tristeza tendrá tu descuido
de venir a mi llamado
y la impaciencia será mi vida
de todos los días.
Sic
Lo dicho dicho está,
inútil será borrarlo,
ése es mi deseo;
me siento caer y es cierto
y medio fanfarrón elijo el lugar.
El cansancio es dueño de mi cuerpo
y yo alegre escribo versitos de mi cansancio
tal cual soy excepto las hipocresías habituales.
No limpiaré nada,
dejaré a la lluvia generosa interpretarme.
De un montón de errores creció una montaña
y sentado en la cúspide
esperaba el crepúsculpo.
Faltaba lo principal,
No aprovechar la oportunidad de las ocasiones
para mejorarme.
No fuí pastor ni oveja
única posibilidad para un desarmado
y encima este maquinaje se me va de los dedos
con que acaricio.
("La pasión sin Mateo", Ed. Gente de Bs. As., 1976)
La cama caliente
Qué lindo en invierno
después de atravesar el día helado
rendido y frío
con ganas de besar y que me besen
encontrar las sábanas calientes y limpias
con vapor de mujer.
Qué lindo en invierno
y qué lindo también en el verano.
("La vida en serio", Ed. Stilcograf, Bs. As., 1964)
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Luis Luchi
Luis Luchi (cuyo verdadero nombre era Luis Yanischevsky Lerer) nació el 11 de octubre de 1921 en el barrio de Villa Crespo de Buenos Aires, Argentina, hijo de Gregorio Yanischevsky y Paulina Lerer, inmigrantes judíos ucranianos. Hacia 1926, se familia se muda a Parque Chas, barrio de Buenos Aires que el propio Luchi se encargará de convertir en uno de los más míticos de la ciudad. En 1944 se casa con Irene Lavalle, con quien tiene tres hijos. Militó activamente en el Partido Comunista. Sin embargo, con los años se acercaría al anarquismo, con el que, de hecho, siempre había simpatizado. Trabajó como obrero gráfico en editorial Atlántida y como vendedor viajante de libros en Uruguay y Argentina, escribiendo siempre, obstinadamente al margen de la cultura oficial. En los años sesenta se integra en el grupo y editorial El Matadero, integrado por Guillermo Cantore, Blas Raúl Gallo, Nenina Caro, Mario Lesing, Arminda Ralesky y Lubrano Zas, entre otros, quienes se proponían publicar a jóvenes con sentido popular. Frecuenta la amistad de Antonio Berni, Juan Gelman, Juan Cedrón (que con su cuarteto graba A Luis Luchi), Javier Villafañe (quien le inspira un ensayo sobre el oficio de titiritero), entre otros, y a finales de la década y principios de la siguiente forma el grupo Gente de Buenos Aires, junto con el poeta Roberto Jorge Santoro, el actor Héctor Alterio, el músico Eduardo Rovira (que pone música a varios de sus poemas) y el artista plástico Pedro Gaeta con el objeto de acercar la cultura al pueblo presentándose en clubes de barrio, sociedades de fomento y escuelas. Luis Luchi, profundo admirador de César Vallejo y Vladimir Mayakovsky, recurre a la ciudad, el barrio, el tango y las luchas sociales como temas de su obra, siempre marcada por el humor, la ironía, el compromiso contra toda injusticia y una cierta, sutil, melancolía.
En enero de 1977, a causa del golpe militar, Luchi y su esposa, solidariamente comprometidos con la causa de la justicia y la libertad, deben abandonar el país. Se exilian en Barcelona, concretamente en la calle Robadors del barrio del Raval, escenario de muchos de los textos más logrados del poeta. Funda el sello editorial El Escorxador (en 1980) y se convierte en un referente para todos los exiliados argentinos, no sólo por su conducta permanentemente solidaria, sino por su actitud ante la vida y la poesía, entre las cuales Luchi fue la prueba de que no existen diferencias. Con los años, su actitud fraternal, desinteresada, coherente con los valores esenciales de la dignidad, la solidaridad y la justicia, no sólo le ganó innumerables amigos y lo hizo merecedor de incontables homenajes, sino que lo convirtió en un ejemplo, tanto desde el punto de vista humano como literario, de integridad ética.
Ignorado por la cultura oficial, pero admirado por sus numerosos amigos y lectores, Luchi murió en Barcelona el 21 de octubre de 2000. Sigue vivo, sin embargo, en la memoria de todos aquellos que tuvieron la suerte de tratarlo y frecuentar su poesía. Luis Luchi nos legó la poco usual certeza de que la literatura puede hacer mejores a los hombres y al mundo, y él mismo fue la mejor prueba de que ello es posible.
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