a la mujer maravilla
-Hola, ¿con lo de Luna Guerra?...
-No, equivocado...
-Tu-tu-tu...
-Clac
Luna Guerra en la gran ola
Deseaba descansar mi corazón,
echar raíces en un pueblo con mar,
criar una tortuga en un jardín grande,
pasarme las horas tejiendo escarpines,
escribir infinidad de poemas aburridos,
sentarme y tomar la vida de a traguitos.
Pero no, la vida me devoró otra vez
y aquí me tienen, en Nueva York,
montada en la gran ola del mundo
que es un bólido sin dirección.
Nueva York, 2003
Luna Guerra, filósofa contemporánea
Hace años que corro sin parar, buscando quién sabe qué.
pero sepan que tampoco me importa saber.
Sería aburrido saber.
Me enamoran tanto los equilibristas como los asesinos.
Ambos llevna en la boca el sabor del vértigo,
en los ojos, visiones de terror.
El porvenir es siempre ayer, y se acabó la historia.
Por eso ando bailando al filo del segundo,
con desparpajo.
No puedo contemplar el mapa y trazar un derrotero.
El terreno es cenagoso. La gegografía cambia
según la luz.
Llegaré adonde sea y como sea.
Lo importante es seguir...
espacio sideral, 2001
Valparaíso, infierno de Luna Guerra
Me instalé en Valparaíso para escribir un libro de poemas.
Me decía a mi misma: lunita: necesitás la calma del mar,
la brisa del mar, andar por las calles de una ciudad con mar,
rabas con limón y vino tinto junto al mar necesitás.
Entonces sí, podrás escribir tu gran obra inmortal.
Por eso fui allá, me instalé a la vuelta del mercado del Puerto,
al lado de un bar de pescadores, a cuatro cuadras del mar.
Me emborraché y caminé hasta que me salieron callos.
Les juro que hice un esfuerzo grande, ¡grande! pero nada.
Busqué y busqué en la arena, pero nada. De poesía, nada.
Para colmo un día el mar amaneció bravo, negro se veía,
y la birsa se volvió pestilente, y la marea creció de golpe,
y tuvimos que ganar la altura y bajo mucho se perdió.
Después lloramos un mar por los bienes que el agu llevó
y la gente festejó cuando la radio dijo que según la cruz roja,
los bomberos y los carabineros, no hubo víctimas que lamentar.
Ahí sí que me fui triste e indignada de ese infierno,
reitiéndome una y otra vez: ¡que saben los carabineros,
qué mierda van a saber, de mi poesía, de la inmortalidad
de mi poesía, que en algún lado boyando andará!
Santiago, 2003
Marcelo Silva (Paso de los Libres, corrientes, 1973)
Editó los poemarios Diario de un argentino (2004), Sonetos Soretos (2008), Chamamé (2009) y 33 Soretos Des-kom-pues-tos (2009).
*Estos poemas pertenecen Luna Guerra, El Suri Porfiado Ediciones, 2010.
su correo: amarcelosilva@hotmail.com
Hola Andrea. Tanto tiempo que no sabía de vos. La espera valió la pena. Gracias por compartir estos relatos. Son bellísimos.
ResponderEliminar"Llegaré adonde sea y como sea.
Lo importante es seguir..." Aplaudo.
Besos
Hola Pablo, cómo estas? Este es un poeta correntino que conocí en una lectura en Buenos Aires el año pasado. Increíble su poesía...creo que la espera depende de quien espere del otro lado. Acabo de ver la película "El sabor de la noche" con Norah Jones debutando en cine y Natalie Portman. Te la recomiendo!! Se trata de la espera y lo importante de seguir adelante. Saludos! Andrea
ResponderEliminarHola Andrea. Cómo estás?. Por supuesto que del otro lado que te esperaba era yo. Gracias por recomendarme la peli. La veo y te comento.
ResponderEliminarTe mando un beso y buen fin de semana.
El arte bueno no se tiene que hacer esperar.